Yo amo mi Barrio Chino
Era de noche, se oían a lo lejos las
campadas de la gran iglesia de los banqueros y latifundistas y yo pensaba: Este pueblo está lleno de rarezas, los
buenos son malos y los malos buenos en mi barrio, bastante desprestigiado por lo
demás, si hasta le inventaron un nombre ¨Barrio rojo¨, si en este país hasta
para ser pobre hay que pedir permiso. Recuerdo el año pasado justo antes de las
elecciones, ¡Cuánto se nos prometió! En especial
el resguardo policial dado que a dos cuadras de mi choza se agarró la pandilla
de los travestis con la de las prostitutas que bien ganada tienen su esquina, como decía la Joselyn, una chica de la noche, el tiempo y el prestigio de esta
esquina se lo dimos nosotras, no esos
hombres vestidos de mujer. La verdad no corrió tanta sangre, la Loli la más
cotizada de los travestis casi perdió sus archi embetunados ojos de pestaña de
muñeca antigua, que parecen parabrisas, cada cual es objeto de ser descrito, la
Washa es la más respetada de los travestis, no sólo por su cara de guaipe
arrugado, sino por sus años como profesional del combate sexual, dicen las
malas lenguas que el grupo de chicas de este bando son bastante dominantes con
sus clientes, siempre andan con sus carteras abultadas, ahí deben traer sus
esposas y todas las rarezas pensables, tal vez eso buscan los hombres
¨encuentros sado masoquistas”, bien degenerados, esa es la razón por la cual al
descuido y cesantía de las prostitutas, los travestis hicieron soberanía en la
manzana 666, su alta demanda en el mercado sexual las llevó a subir sus tarifas
y como se precian de que ¨le subieron el pelaje al barrio
rojo¨, lo cual en cierto sentido es verdad, si ustedes vieran los autazos que
se cunetean para ver a cada una de ellas/os (algunas parecen mujeres, otras se
ven muy otros, jajaja), empieza el show, se presentan, levantan polleras con
colaless, muchas se han inyectado silicona industrial para lucir unos pseudo
senos con grandes protuberancias, bueno eso no es impedimento, su público
objetivo se derrite con todo lo pintoresco de sus estucadas, vestimenta,
pelucas, tacones, etc. etc.
Yo veo desde mi ventana, de lejos pero bien
despierta, mi propia película triple X todas las noches, no me la pierdo,
por eso me gusta mi China Town, porque hay vida, da gusto vivir en un barrio
discriminado y poner espejos para mostrar al hombre proveedor de la clase
pudiente, ese que se persigna y saluda a su mujer con un ¨buenos días amor, ¿me
harías el favor de llamar a la empleada?, disculpa, María de los Ángeles, ¿cuál
es el nombre de esta china nueva?¨, contesta su mujer con el hocico fruncido: ¡Ay
gordo! es un nombre atroz de picante, que se me olvidó, por supuesto, se lo
cambié, en esta casa se llama Paola, afuera está, entre su chusma y que la
llamen como le dé la gana, aquí no.
Así son los pijes, doble estándar le dicen,
yo no cambio mi gente, aunque sean traficantes como el Manchao, son gente de
esfuerzo y las chiquillas las de aquí y las de allá mueven la culebra y yo
siempre observo con orgullo como mi Barrio atrae hasta turistas. Mi territorio
es rojo, tiene nombre y apellido, así nadie puede decir que es un barrio de
malnacidos, somos gente humilde y emprendedora, es cosa de ver los locales
comerciales, que buen trabajo han dado a varios vecinos gracias a la obra del
cojo Pablo, el traficante más respetado, quién creó una bolsa de empleo de
distribución de cocaína, marihuana y pasta por toda la capital, así es mi
barrio pura savia nueva. ¡Este es mi Chile mierda!
Tiene buen mensaje...
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