domingo, 15 de junio de 2014

CUENTO

RELOJES


CHRISTIAN

Miro unos relojes que Dalí pintó. Quizás más bien los vació sobre la tela. Los he visto muchas veces y me siguen haciendo sonreír. Los he visto de lejos y me han obligado a mirar. Los he visto de cerca con curiosidad, comprobando que nada esconden, que el pintor jugaba, que el mensaje escondido no es más que una broma, que jamás revelarán nada que la humanidad no sepa ya de memoria. Crecí creyendo que los relojes representaban al tiempo y que el pintor quiso jugar a los dados de Einstein con sus pinceles. Crecí temeroso de símbolos ocultos y del absoluto poder del misterio. Hoy puedo mirar esos relojes sin temor, así como también ya puedo contemplar a la Gioconda. Puedo desmenuzar el misterio y disfrutarlo sin romperlo. Puedo entrar en él nadando y observar el fondo, aunque necesito salir pronto a respirar. Lo que nos dejó Leonardo fue un regalo fino que guardamos sin tocar y del que tal vez no seamos merecedores. El de Dalí en cambio, es un regalo práctico que se agradece con una sonrisa nerviosa y breve. No lo poseemos, pero está ahí, listo para aparecer cuando menos lo necesitemos.
Después de todo: ¿quién realmente necesita un reloj? Los que Dalí pensó serían mucho más adaptables que los que ha creado la industria, tan desconectados de la realidad. Pero eso no los hace necesarios. Ni a los unos ni a los otros. Noto que hay una belleza que comparten y es la de ser distintos cada vez que los miramos.
Después de tantos relojes y de haber hecho el esfuerzo de recorrer esos cuadros examinando detalles, todos prescindibles pero no indiferentes para quien los quiere mirar…después de tantas horas blandas en mi vida…con tanto espacio vacío entre un reloj y otro, me pregunto qué gané con haber conocido a Dalí. Quisiera saber cuánto me afectó ver ese primer reloj doblado sobre la mesa cuando yo era todavía un niño. ¿Qué hubiera sentido al verlo si ya hubiera estado preparado?
Confío en que algún día ya no habrá relojes. Creo que Dalí también lo querría. Hasta ese momento, él seguirá siendo necesario y sus relojes seguirán moldeándose a nosotros.



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