Ref. Poesía palestina
CUSCO
La
plaza está bañada de trompetas y tambores,
dibujan
las comparsas su agitado paisaje,
hablan
las máscaras y brillan los vestidos.
Los
emblemas mezclados de los dioses,
compiten
por ganar el premio eterno
machacando
con los pies, los suaves adoquines.
Lejos,
entre los cerros,
el
silencio del viento conversa de verdad con los dioses
mientras
el frío de la altura toca a llamas y alpacas
Algunas
piedras del cerro fueron habitaciones:
contienen
el eco de voces y plegarias,
fueron
teñidas por humo de cocinas,
las
tocaron muchos indios y españoles.
En
una de aquellas piedras,
Teje
sentada, la cuidadora de ganado.
¿qué
piensa mientras trabaja?
¿querría
estar ella en la plaza?
Los
pequeños ojos negros
no
dejan escapar sus sueños
Las
arrugas de su cara son del cerro.
En
sus trenzas se mezclan historias aprendidas.
Sus
verdades se describen en su ropa.
Ese
ser pequeño, de sucios pies y pelo tieso
que
huele a humo y mira al suelo
tiene
un importante privilegio:
el
de nunca haber sido un extranjero.
MI TIERRA
No
lavaré de mis pies la tierra
no
tengo derecho a hacerlo.
No
lavaré mi cuerpo de los trabajos
que
forman la ofrenda de mi vida.
Quien
se case conmigo
deberá
amar al Cusco y esta vida
y
ser como yo de punta a cabo.
Vestiremos
de alpaca y de tierra,
nos
bañará el sol del Tawantinsuyo.
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